Época: XX19
Inicio: Año 1950
Fin: Año 1960

Antecedente:
El expresionismo abstracto

(C) Virginia Tovar Martín



Comentario

Amigo de Rothko, Adolf Gottlieb (1903-1974), pasa una temporada en París a principios de los años veinte; allí acusa el impacto de Matisse, y tiene una trayectoria muy habitual en estos años: en 1935 es uno de los fundadores del grupo The Ten (Los Diez), en los años treinta trabaja para el FAP y empieza a interesarse por el arte de los indios americanos, coleccionando objetos primitivos realizados por ellos. Este interés, unido a las ideas de Freud y al ejemplo de Paul Klee, cristalizan en sus primeras obras interesantes, las Pictografías, que realiza en la década de los cuarenta. El nombre es el mismo que dio Millares a las suyas y ambas tienen muchos puntos de contacto. La tela aparece cuadriculada y, dentro de cada cuadrícula, se sitúan signos básicos -círculos, flechas, huellas, evocaciones de jeroglíficos, totems, petroglifos...-, pintados con colores alegres y sometidos al rigor geométrico que les da la cuadrícula y que hace pensar tanto en Klee como en Mondrian.Más adelante Gottlieb fue simplificando sus cuadros (Frozen Sounds, Sonidos helados, de principios de los años cincuenta) y después se limitó a tomar uno o dos de aquellos signos primitivos de las pictografías, y ampliarlos hasta darles dimensiones monumentales -como los signos caligráficos de Kline-, situándolos sobre un fondo de colores sensuales (Flecha que desciende, 1956, Nueva York, MOMA).También Philip Guston (1913-1980) pasó por Europa en los años treinta. Era canadiense pero fue a los Estados Unidos muy pronto, trabajó con los muralistas durante siete años (de 1934 a 1942) y ese entrenamiento resultó decisivo para toda su carrera en muchos aspectos: los grandes formatos, que reaparecen en su obra tardía y más conocida a partir de 1966; la crítica social, que también vuelve por sus fueros en esos años y la figuración que -como las aguas del Guadiana- atraviesa su obra de principio a fin y a la que nunca renuncia del todo. En 1960 escribía: "Hay algo ridículo y miserable en el mito que hemos heredado del arte abstracto: que la pintura es autónoma, pura y autosuficiente, y, por tanto, solemos analizar sus ingredientes y definir sus límites. Pero la pintura es impura. Es la modificación de las impurezas lo que da lugar a la continuidad de la pintura. Somos creadores de imágenes y esclavos de ellas".En los años cuarenta Guston va apartándose de la figuración y para el cincuenta ya hace una pintura abstracta, muy empastada, de pincelada densa y gruesa, que se expande desde el centro del cuadro hacia los laterales, y a propósito de la cual también se ha hablado, como en Rothko, de impresionismo abstracto, por el empleo de colores pastel y la delicadeza de toque que han llevado a algunos a emparentarle con Vuillard. Colocado él también en el callejón sin salida del expresionismo abstracto, en mitad de los años sesenta decidió cambiar y empezó a realizar su peculiar figuración gigante.El más individualista, antifigurativo y antieuropeo de los expresionistas abstractos es Clifford Still (1904-1980). Renunciando a la idea tradicional de belleza y a la decadencia europea, se dedicó a la búsqueda de una pureza extrema para la pintura. De ahí que no titulara sus cuadros, para evitar contaminaciones de otros géneros: "No me van los signos, los símbolos o las alusiones literarias en la pintura. Son muletas para ilustradores y políticos que esperan tener una audiencia". Still construye desde los años cuarenta una superficie de un solo color, muy empastada, que recuerda los alquitranes de Dubuffet, y la rasga con líneas o superficies dentadas de otro color, que la atraviesan como relámpagos, de arriba abajo o que aparecen junto a los bordes, ocupando un espacio mínimo y haciendo del cuadro una pequeña parte de un todo posible. Para él el Acto de pintar se escribe con mayúsculas, porque es un acto de Creación. "Diablos -dijo en una ocasión- es algo más que la pintura; cualquier idiota puede poner color en un lienzo".Sam Francis (1923) tiende un puente entre el expresionismo abstracto americano -por su relación con Pollock-, el informalismo europeo -con el que tuvo contacto durante su estancia en París en 1950 a través de Léger y Riopelle- y el arte oriental, especialmente el japonés, que conoció en 1957. Cercano al dripping de Pollock, aunque más rico de color, se acercó a aspectos del minimal en los años sesenta.En relación con esta Escuela de Nueva York hay un par de artistas españoles que trabajan allí: Esteban Vicente y José Guerrero (1914-1991), el primero integrándose completamente y el segundo a caballo entre Andalucía y América.